domingo, 24 de abril de 2011

Escritos en la botella. La Caja Negra. Amos Oz (II)

A Boaz Brandstetter
Mansión Gideon
Zikhron Yaakov (Sur)
Por la gracia de D..s
Jerusalén
28-07-1989

Querido y admirado Boaz

Como seguramente ya sabes, mamá esta muy enferma. Te escribo esta carta porque necesito compartir contigo, mi único hermano, la enorme tristeza que siento al ver cómo la vida de Ilana se apaga por momentos. Siempre he sentido que si alguna vez tuviera que pedirte algo, harías lo que estuviera en tus manos para ayudarme. Pues ahora tengo que pedirte algo, y es olvides todo lo que nos ha separado estos años y que vengas a vernos. Te necesitamos.

Al contrario de lo que igual piensas, en nuestra casa nuestra no existe lugar para el odio ni el rencor, y mucho menos aun hacia tí, Boaz. Michel siempre dice que existen únicamente dos tipos de hombres dentro de la raza humana: Los que utilizan lo que encuentran en su entorno para su provecho personal y los que, por el contrario, dan todo lo que tienen sin tener en cuenta el coste para buscar la felicidad del prójimo. Y tú, yo lo sé Boaz, perteneces, al igual que Michel y mamá, a esta segunda categoría. Y no lo digo únicamente porque seas mi hermano, sino porque desde siempre, desde que era una niña he sentido la pureza de tu espíritu detrás de ese enorme cuerpo rebelde.

Michel siempre habla de tí con admiración y respeto. A pesar de las cosas horribles que has dicho y escrito sobre él en tu periódico, siempre encontraba alguna justificación para defender tu comportamiento. Recuerdo cuando publicaste en tu periódico aquella sucesión de mentiras, que no solo mancharon su imagen sino que desencadenaron el hundimiento de la constructora que con tanto esfuerzo y dedicación había levando para darnos a tu madre y a mí una posición digna. Recuerdo, Boaz, cómo entonces levantó su voz amenazando a cualquiera que se atreviera a decir una sola palabra en contra tuya. Nadie tiene derecho a juzgarte, dijo, él ha sufrido toda la injusticia y crueldad que este mundo es capaz de generar.

Una vez Michel me dijo, después de que un árabe matara en un mercado a siete almas inocentes, que él podía haberte ayudado. Que no hizo lo suficiente y que seguramente ésa sea la penitencia que tiene que pagar su pueblo por su falta de coraje.

Cuando miro la foto que tenemos tuya en el salón, una en la que debes tener unos tres o cuatro años, y pienso en todo lo que has tenido que sufrir, abandonado a tu suerte por quién seguramente tanto admirabas, no puedo evitar llorar y desear al mismo tiempo poder darte todo ese amor que te faltó y que seguramente aun te falte.

Te digo todo esto, Boaz, para que sepas que te queremos, que no hay un solo día que no este en nuestra oraciones

Te escribo esta carta, hermano, en esta noche calurosa de verano desde la habitación de un sucio hospital de Jerusalén. Mamá está tranquila, a veces se despierta en mitad de la noche y pronuncia tu nombre, pero no con angustia, sino con calma. Y con esa misma calma acaricio su mano y le digo que seguramente mañana vendrás a verla .

Los médicos dicen que únicamente puede curarse si es operada, pero es una operación muy costosa y nosotros, como seguramente sabes, no tenemos ya dinero. Yo no se nada de medicina, Boaz, pero creo que se equivocan. Lo que tiene mamá es tristeza, y la tiene desde hace mucho tiempo, desde que os separasteis cuando era yo niña. Desde entonces, estoy segura de eso, le falta algo, y ese algo eres tu, su hijo.

Por eso te escribo, para que vengas a verla, para que vengas de nuevo a nosotros y formes parte de nuestra familia. Tu madre se esta muriendo porque te necesita, yo también te necesito, y Michel, él es quien mas te necesita de todos. Es el hombre mas bueno que conozco y vive torturado por no haber sido capaz de salvarte. Dale una oportunidad, Boaz, y dátela también a ti mismo. Eres un hombre bueno y te mereces ser feliz y olvidar tu tortuoso pasado, como nosotros olvidaremos también el nuestro.

Con todo mi amor y esperando verte pronto
Yifat

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