domingo, 24 de abril de 2011

Escritos en la botella. La Caja Negra. Amos Oz (III)

Por la gracia del Todopoderoso
Tel-Aviv, 23 de Iyyar de 5751 (16-5-1991)

Sr. Boaz Gideon
Prisión de Be’er Sheva

Estimado Boaz:

Aunque siempre has sido una mula, por supuesto heredado de tu padre que no te legó, desafortunadamente, su cobardía, que te habría evitado meterte en todos los problemas con los que me amargaste en tu juventud escandalosa, espero que aprecies que dedique parte de mi escaso tiempo a escribirte.

Bien conoces que tengo una alta misión con todo el pueblo de Israel, con los que compartimos nuestras vidas y también con nuestros gloriosos antepasados que nos alientan con su ejemplo a ser un pueblo orgulloso de decidir su destino. Pero más que con los que han hecho de nuestra Patria lo que es hoy y que con los que ahora habitamos en ella, la misión que tengo es con nuestros descendientes. Mi misión es que en esta tierra que el Todopoderoso concedió a Abraham y a la que Moisés nos devolvió tras uno de nuestros obligados exilios siga oyéndose la Palabra de Yahvé. La Palabra que nos distingue de los indignos hijos de Ismael y sus aliados, todos ellos alimañas sedientas de nuestra sangre, que serán destruidos y restituirán, lo quieran o no, lo que nos han robado a lo largo de los siglos.

En esta misión no sobra nadie que quiera a su tierra. Tú tampoco sobras Boaz. Eres fuerte, siempre lo has sido, pero muy iluso has de ser si crees que tu fortaleza te durará los más de 25 años que vas a estar encerrado rodeado de esa inmundicia árabe. Nuestra patria necesita que todos ocupemos nuestros puestos. La contienda es dura, y nuestros enemigos, aunque peores, son muchos y tienen mucho odio. Nos odian porque nos envidian, somos los Elegidos y el Señor nos ha puesto una dura prueba al rodearnos de la peor calaña, pero saldremos victoriosos.

No te voy a repetir los argumentos que te expuse hace un año antes de que tuviéramos que poner orden en la pomposa “Fundación Alexander Gideon por la convivencia y contra el fanatismo”. Dabais refugio a los peores enemigos de nuestra tierra, a sanguinarios terroristas y a todos aquellos que hablaban con lengua de serpiente y que inoculaban el peor veneno a nuestra juventud. No puede haber condescendencia con los asesinos y con los traidores, con aquellos que quieren ver que nuestro pueblo sea una vez más expulsado y se arrastre por todos los continentes. Hemos recuperado Sión, no lo vamos a perder una vez más. No negaré que no derramé ni una lágrima cuando supe que tu madre murió en el asalto, no me quedaban después de que fuera la concubina de todo árabe que pasara por tu casa; aún conservo las cartas en las que me daba todos los detalles. Me avergonzaba por Yifat, qué prueba de vida para ella, afortunadamente ha estado en las mejores manos. Qué prueba también para mí: no odiarla, no despreciarla, sí sentir lástima, sí esperar su arrepentimiento. Doy mil gracias a Dios por no haberla odiado.

Boaz, tú todavía tienes el tiempo que tu madre no quiso tener. Lo que queda de tu fundación y tus tierras pueden ser la palanca de una nueva vida para ti, con ellas puedes ayudar a tu patria, puedes ayudarnos en nuestra guerra. ¿Acaso no se desgarra tu alma de ver a las mujeres y niños asesinados en los mercados, en los colegios, en los autobuses? ¿Es justo que nuestros valientes jóvenes sean secuestrados y cruelmente descuartizados por esa horda de hienas? ¿No te destroza por dentro ver a nuestros enemigos detrás de sus pañuelos larvando su odio y esparciendo la muerte allá por donde pisan?... Todos hacemos falta Boaz, todos, cada uno con su responsabilidad y posibilidades, pero todos somos necesarios.

Reflexiona, por una vez en tu vida, reflexiona. Después del próximo Sabbath, el Sr Zakheim irá a verte. Decide si volvéis juntos o asume el castigo al que tu herencia y tus errores te han llevado finalmente. Esta vez no seré yo el que te saque las castañas del fuego. Contigo el abismo llama al abismo, pero no pierdo la fe en que el Todopoderoso te haga escuchar por una vez mi voz. Si el Señor nos advirtió de que los arrepentimientos nos salvan de su ira, arrepiéntete, Boaz y abrázame como al padre que fui contigo, abrázame y, ayudando a tu patria, sálvate de la ira de Dios.

Afectuosamente,
Excmo. Sr. Mijael Sommo (Ministro de Construcción y Vivienda)

Ps: Tu hermana te envía recuerdos, no entiende tu actitud, pero como es generosa y pura de corazón, perdona, por el amor que le profesas, el hecho de que seas el responsable de la muerte de su indigna madre. Sé generoso con ella y dale la tranquilidad de espíritu que se merece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario